domingo, 12 de abril de 2009

pErFeCcIoNiSmO

Buena parte de las personas inmaduras e inseguras que tienen verdadero pánico al fracaso, aunque suelen aparecer como personas de éxito y que jamás se sienten satisfechas por nada, son perfeccionistas. Valoran las cualidades personales a partir de categorías absolutas y padecen de verdadera adicción a la perfección, porque son esclavas del pensamiento distorsionado y dicotómico todo-nada.

Para decirlo de manera más clara, el perfeccionista no soporta la idea de cometer errores, cree que todo debe hacer1o a la perfección y si un trabajo no le sale p1uscuamperfecto, queda sumido en un estado de tensión y de nerviosismo que le lleva a considerarse un fracasado o un inútil. Si comete un error, si cuanto emprende no le sale completamente bien, si no es el mejor en su trabajo, se viene abajo, se desmorona y piensa que todo cuanto ha hecho hasta ese momento, por bueno y meritorio que sea, no cuenta, no sirve para nada.

A mi entender, el gran error de todo perfeccionista tiene su origen en la falta de humildad y en interpretar los errores como un fracaso y no como una extraordinaria posibilidad para aprender y para ir mejorando.

El perfeccionista no consigue aceptar una rea1idad que asume y que ve con claridad meridiana toda persona con un mínimo sentido común: Que es imposible que todo, absolutamente todo, sa1ga bien; lo mismo que es imposible que todo salga mal, rematadamente mal. Comprenderá el lector que cualquiera que pretenda alcanzar siempre el absoluto, necesariamente se sentirá insatisfecho y desilusionado porque nunca considera suficientes los éxitos obtenidos. Los mayores logros tienen a1gún fallo o deficiencia y difícilmente la realidad de cada ida se acerca ni de lejos a lo que espera o imagina el perfeccionista.

Decía al principio que el pensamiento dicotómico todo-nada del perfeccionista infunde en el ánimo gran ansiedad y la sensación de un constante fracaso y, en consecuencia, es paralizante y desmotivador. Para salir de1 laberinto autodestructivo del perfeccionismo es imprescindible aprender a situarse en un sano y equilibrador término medio, lo cual significa aceptar que la vida del ser humano está llena de pequeñas imperfecciones y que no existe nada absolutamente perfecto, pero no por ello merece menos la pena vivir la vida con ilusión.

El gran error del perfeccionista es interpretar los fallos y equivocaciones como fracaso, pero comete además otros dos errores que le impiden salir de ese paralizante y desmotivador estado. Uno es que en lugar de adaptarse a la realidad, pretende en vano que la realidad se adapte a él, a su modelo ideal. Otro, considerar que optar por un término medio es tanto como condenarse a la resignación, a la tibieza y a la mediocridad, lo que le parece cobarde y humillante.